lunes, 22 de julio de 2013

Sin Cristo no hay pon pa'l cielo

Habiendo leido Isaías 53 quedé atónita. La verdad estoy en una larga búsqueda del significado bíblico de muchas cosas. Soy así. Simbólica y extraordinaria (literalmente). Le busco las diez patas al gato y demás está decir que en un final Su verdad siempre me sorprende.
Te has dicho alguna vez: "Ya nada me sorprende." "Que eso no te sorprenda." "¿Por qué te sorprendes si sabes como son las cosas?" Yo sí. De niños todo nos sorprende, luego en la madurez secular transitamos el camino de la vida creyendo que ya lo hemos visto todo. Que pena, ¿verdad? Un mundo, una galaxia, un universo entrelazado en la creatividad milagrosa y aun así ya nada nos sorprende. Ni el amanecer, ni la puesta del sol, ni lo alto de las montañas, ni el cantar de los pájaros, ni el azul del cielo... ¿qué nos ha pasado? ¿Se detuvo el tiempo acaso? ¿Que nos pasó humanidad que fuimos capaces de dejar de sorprendernos?
Hace unas horas leí a alguien describirme como: "Ella es diferente y poco convencional. Todo lo hará diferente ya que es su forma de expresar autenticidad." Que lindas son las redes sociales. Son todo un mundo. Esto me motivó a rebuscar entre mis más profundos sentimientos, sueños y anhelos quién soy. En la búsqueda me aburrí. Así que opté por irme a rebuscar mejor en la Palabra del que nunca falla.
Entonces recordé cual es el boleto de entrada al cielo. De buscar en lo profundo de mis entrañas llegué al cielo. Así soy. Notablemente extraña. Jesús nos dice que tenemos que ser niños para ir al cielo. Bam! Y eso, querido lector, me sorprende.
Parentesis, antes querrás que te cuente un poco de quién es Jesús. Corto y preciso: Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo encarnado. Un Dios todo poderoso que envió a su único hijo unigénito a morir en la cruz (una de las muertes más aberrantes de la historia) por el perdón de nuestros pecados. ¿Punto final? No. Al tercer día resucitó. Jesús venció la muerte para vivir en nosotros por medio de Su Santo Espíritu. Esa es mi breve y corta descripción de quién es Jesús. Y detrás de esa corta descripción, me queda toda una eternidad por descubrir al Maestro.
Continuamos. Recuerdo que desde niña cantaba en las misas de mi colegio un corito bien pegajoso que decía así: "Tienes que ser un niño, tienes que ser un niño, Ooooh, tienes que ser un niño para ir al cielo, al cielo con mi Cristo." ¿Cuántos cantaron el corito mientras lo leían?
Desde que tenía 4 años sabía que tenía que ser un niño (en mi caso una niña) para ir al cielo pero no lo había entendido hasta que conocí a Cristo, morí y volví a nacer en Él. Ningún sacerdote ni pastor me ayudó en el proceso. Fue algo que me tomó 20 años de sufrimiento, confusión, estudio, gozo, pruebas y comunión, pero llegué.
La verdad es que me entristece un poco de los colegios católicos que teniendo tan de cerca miles y millones de niños solo le enseñan a repetir canciones y oraciones sin profundizar en la verdad de conocer a Cristo, de ser como Cristo, de amar a Cristo, de ser discípulos de Cristo, de vivir como Cristo.
También pienso en mis hermanos y hermanas cristianos evangélicos y de otras denominaciones. Piden que levantes la mano, pases adelante para que repitas la oración del pecador y "cha-zam" ya eres salvo y entraste al cielo. No lo tomen a mal, quién confiesa que Jesús es Su Salvador sí es salvo, pero ser discípulos de Jesús y vivir en la voluntad de Dios no tiene nada que ver con la oración que muchos hicieron hace 3, 10, 25 o 40 años atrás. El arrepentimiento es un suceso genuino que viene por medio de conocer y reconocer a Jesús para morir y volver a nacer.
En el proceso queridos hermanos, se siguen perdiendo almas y en otras palabras y aunque suene fuerte: Sin Cristo no hay pon pa'l cielo.
Esto es chocante mi gente. Esto me sorprende y como decía anteriormente, me sorprende más aun al antídoto que nos da Jesús: tienes que ser un niño(a). Rápidamente repasemos las cualidades de un niño:
1. Tienen la capacidad de maravillarse.
2. Tienen la capacidad de perdonar y olvidar.
3. Son humildes.
4. Tienen la capacidad de ser dependientes.
5. Tienen la capacidad de confiar.
De cada una de estas cualidades puedo escribir un libro. ¡Que lindo es el Señor Jesús! Nos simplifica la vida mientras nos dice: "Te amo, ven a mí, maravíllate por lo que haré en tu vida, perdona, arrepiéntete y olvídate de lo que pasó, imítame y sígueme, depende solo de mí, confía en mi yo jamás te defraudaré. Si haces todo esto en el cielo te veré."
Si te atreves, solo si te atreves a darle una hora a Jesús él prometió cambiarte la vida, hacerte nuevo, vivir en ti para así adorar juntos al verdadero Dios eternamente. Exagerado amor es este. Sin Cristo no hay pon pa'l cielo mi gente así que: SORPRÉNDANSE.

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