martes, 23 de abril de 2013

¿Nutrición Emocional?

Además de una dieta balanceada, los niños necesitan sentir el amor, cariño y aceptación de sus padres. Desde el proceso de gestación las madres envían un mensaje de responsabilidad y cariño a los hijos: consultan al médico, toman nutrientes y ácido fólico, llevan una dieta balanceada, se ejercitan, tocan y acarician su vientre mientras le hablan a su bebé. Es importante crear ese vínculo de relación caracterizada por la búsqueda y mantenimiento de la proximidad. Como instinto natural, las madres transfieren este sentido de protección a sus hijos y eso requiere, no solo cuidados físicos, también emocionales.

"El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices", Oscar Wilde.

Recordemos que la felicidad se alcanza mediante el estado de paz y bienestar. Solo cuando somos completamente libres de pensamientos y sentimientos negativos podemos sentirnos felices ante cualquier circunstancia de la vida. Así mismo es en la crianza. Desde la concepción hasta la edad adulta, el ser humano está constantemente recibiendo y transmitiendo una buena o mala nutrición emocional.

Apuesto a que la mayoría de las madres cumplen con gran parte de los requisitos y pasos de la nutrición emocional que requieren sus hijos, pero no es tarea fácil, ya que en la actualidad la gran mayoría trabaja, de lo que sobreviene la falta de tiempo, siendo la abuela quien a veces se transforma en catalizador efectivo que apoya a las madres en ese proceso con los niños, recayendo sobre ellas la nutrición emocional por extensión.

La estructura de la inteligencia emocional está formada por los siguientes nutrientes:

  • Constructores: amor, aceptación, respeto, reconocimiento y caricias.
  • Energéticos: consisten en oportunidades, sueños y creatividad de tu hijo/a.
  • Protectores: nos defienden de las influencias negativas y nos ayudan a actuar atinadamente bajo determinadas circunstancias: autoestima alta y comunicación asertiva. 

Como parte de la iniciativa de este blog es crear campañas que fomenten la nutrición emocional y que refuercen la verdad de que el niño no solo necesita una dieta completa y balanceada, sino también cariño, tiempo y respeto para desarrollarse integralmente. 

Se ha comprobado que los niños con una pobre o mala nutrición emocional, tienen diversos factores de riesgo siendo uno de los más importantes la atención que reciben de los padres y qué tan integrado esté su vínculo afectivo. Un ejemplo de desnutrición es cuantas horas dedican los padres a su crianza y cuidados, ya que se ha visto que los niños que reciben menos de 10.5 horas a la semana de atención, tienen alto riesgo de desarrollar desnutrición, desordenes alimenticios y una baja autoestima. 

Así como los padres son cuidadosos con lo que le ofrecen de comer a sus hijos también lo deben ser con el modelo que le presenten. No puedes decirle a un niño: "No comas dulce" si te estás comiendo un dulce. Eso crea confusión y da paso para inseguridad en la toma de decisiones. Tampoco podemos exigirles que coman vegetales si ven que nosotros no lo comemos, ni prohibirles los refrescos si nosotros también lo hacemos. 

Un hijo es motivo de alegría, y una buena nutrición, incluyendo la emocional, puede hacer la diferencia para alcanzar el bienestar y una vida plena. Busquemos siempre acercarnos a los niños fomentando actividades deportivas en familia, andar en bicicleta, ir juntos al parque, un día de playa. Compartir con ellos, sin olvidar que somos el vivo ejemplo de vida. 



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